Lo primero, el objetivo de la misión: construir el Reino de Dios, el estilo de vida de Dios, la unión de los seres humanos en el corazón de Dios. La SVD acentúa la diversidad y la universalidad. Dios nos quiere a todos, y nos ha hecho diferentes, diversos, para que vivamos unidos.
El objetivo último de nuestra misión es hoy el mismo que ha sido desde los tiempos de nuestro fundador: “proclamar el Reinado del Amor de Dios” como destino común de toda la humanidad y como horizonte hacia el cual peregrinamos.
La misión nace del amoroso diálogo interno del Dios Uno y Trino, un diálogo de amor y reconciliación con toda la humanidad. Somos llamados por el Padre, enviados por el Verbo y guiados por el Espíritu.
Damos testimonio del Reino en un mundo profundamente dividido por razón de creencias, clases sociales, culturas y religiones. Así, salimos al encuentro de los demás en diálogo profético, buscando sobrepasar las divisiones que nos separan unos de otros y de Dios.
Nuestra misión de diálogo profético está al servicio de la comunión y se orienta a la manifestación final del Reinado de Dios. Entendemos el diálogo como una actitud de solidaridad, respeto y amor que debe permear todas nuestras actividades.
En solidaridad salimos al encuentro de los demás para compartir con ellos nuestras vidas en su situación concreta. Con respeto apreciamos la unicidad y la dignidad de cada persona y de toda comunidad humana.
Y sobre todo, el amor nos une a pesar de nuestras debilidades. En diálogo profético nos comprometemos especialmente con gente en búsqueda de la fe, con los pobres y marginados, y con los que pertenecen a culturas diferentes y a diversas religiones e ideologías.